Comenzó el auditor cachondo la semana como cualquier otra, inventariando, con su flamante traje, encorbatado, sin una arruga, con un perfecto afeitado. De casa a la oficina y de la oficina a la nave industrial, toca contar muebles de oficina. Una mesa, dos mesas, tres mesas y así hasta el infinito.
Como esta labor agota, intelectualmente, se hizo acompañar de la Juani, la becaria, igualmente pulcra y seria en su presencia. Habiendo contado unos escritorios y estanterías, el auditor paró un poco para descansar lo que aprovechó para consultar en Internet las últimas novedades legales, la becaria hizo lo propio.
Al rato el auditor miró hacia su compañera, tenía un gesto extraño, abría mucho la boca y hacía movimientos raros con su cuerpo, mientras su hombro se movía rítmicamente. El auditor se fijó mas en la escena.
La becaria estaba con la piernas entreabiertas, dos botones de la camisa desabrochados y su mano desaparecía debajo de su cuerpo, el auditor dedujo, joder esta buscona se está haciendo un dedazo como una coima, así que se acercó lentamente, la muy zorra al verle no paró, le miró se mordió el labio y aumento el ritmo de su mano, el auditor cachondo se puso muy cachondo (así que se piró a casa y se hizo tres pajas, no, no).