Otro lunes, otro día, uno más, uno menos. Barajas está lejos, faltan horas para que amanezca, la noche es gélida y el taxista ahorra en calefacción. La nueva terminal recibe al auditor por primera vez y embarca rumbo a Lisboa, tiene que firmar el informe de Gillete.
Los primeros rayos de luz entran por las ventanilla del Boeing 747, nuestro chico se acomoda y abre el ABC, no se sienta nadie a su lado. El vuelo transcurre cómodamente, la clase business tiene sus ventajas, ya en vuelo siente curiosidad por ver la cabina, decidido va hacia ella sin cruzarse con ningún miembro de la tripulación, golpea la puerta dos veces, otras dos, sin respuesta…y decide abrir.
Se encuentra algo inesperado, el comandante, reconocible únicamente por la gorra, tiene un buen miembro de la tripulación encima, está picándose a una tipa descomunal de tetas, con autenticas pezongas y una cara de…(todos a coro) púuuuta! que no puede con ella.
El auditor ha visto muchas cosas pero pocas como ésta, mientras bota la coima, en el asiento del copiloto hay otra mujer que parece azafata pero quien sabe, porque no lleva ni bragas, está entretenidísima con la multitud de palancas con forma de rabacos que lleva el avión, saltando sobre ellos con ansia púber, dejándolo todo lleno de pelos, se desconoce su nacionalidad pero tiene un paposo, enorme, calentito, negro…pedazo felpudazo.
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